lunes, 7 de junio de 2010

temporada 2010

Aunque esta es la 3ª vez que vamos a escalar desde que comenzó el año; hoy damos por abierta oficialmente la temporada. Por un lado, en la primera salida del 2010, me caí desde varios metros y me pegué un golpe con herida que me dejó un moratón desde el culo hasta la parte posterior de la rodilla. Y una costra que dió juego. ¿Para que recordar eso? La segunda salida, un día ventoso y frío, con restos de una lluvia reciente en cada hueco donde metías la mano, y volvimos con la sensación de haber cumplido y poco más.
Esta tarde fue muy diferente. Entramos por la parte de arriba de Patones, y nos limpiamos tres vías; tres quintos con salidas sucias y poco de quintos; pero muy cumplidores a la hora de hacerte sudar y preguntarte para que mierda haces estas cosas? La vida que pende de un hilo; son tonterías, lo importante es encontrar un buen sitio para meter los pies y descansar. Sólo un rato, porque los gatos duelen un huevo y tienes los pies como esas chinas que se fajan para que les quede una empanadilla. Y luego los brazos. ¿Cuánto tiempo crees que podrás seguir cogiéndote a la pared con los brazos por arriba de la cabeza? No notas que la sangre no llega con suficiente fuerza? Está claro; o comienzas a subir de nuevo, o estarás colgando de esa cuerda como el péndulo de un reloj a menos que te pongas las pilas. Vamos. Ya se que ese sitio donde vas a apoyar el pie no podría calificarse siquiera de "falla inapreciable en la pared" pero tienes que confiar. No te gastaste un dinero en esos gatos? ¿No deberías estar en tu casa leyendo una buena novela? Vale, si logro aferrarme a ese saliente quizás lo consiga... Chiqui da indicaciones y ánimos. Ya se que desde abajo todo parece + fácil. Bueno, no lo parece, en realidad, pero comparado a este momento...
Ahora estoy a 12 metros, quizás a 15 sobre el irregular e inamigable suelo; lo lógico sería llamar a los bomberos o a alguien de rescates, al samur, a los servicios sociales; cosas así. Porque no tendría sentido seguir subiendo por esta pared a menos que estés perturbado, o te hayan hecho creer que hasta allí arriba se voló un billete de quinientos. De quinientos mil euros, dirás! Pero igual subes, ves que las vistas son imponentes; te sacas una foto, gritas, piensas en grillos, cosas así. La gente es un mundo, es su mundo...
¿Donde estaba?
Ya, en medio de la pared; Chiki está señalándome un gran sitio para poner los pies y yo miro pared arriba buscando algo para mis dedos. ¿pomada para rozaduras? Y entonces vuelvo a sentir una fuerza (miedo a caer y a rozar por la pared, entre otras cosas) y me estiro hacia una grieta que desde abajo promete. Estoy jugado; si no me ofrece un buen agarre para al menos tres dedos, estaré recorriendo camino abajo hasta la siguiente anilla. Como en la oca pero con mas emoción y menos dados. De anilla a anilla y vuelta a empezar.
Llego a un gran hueco. Es un nido y en el borde hay un polluelo muerto y varias moscas sobre el. Chicas, necesito poner mi mano ahí; alguien podría apartar ese pajarillo en putrefacción? Silencio. Las moscas me dan la zumbada por respuesta y además, pensándolo bien, me he vuelto a apartar de la vía. Vuelvo hacia la derecha y encuentro una salida hacia arriba. La próxima parada es un techo que desde abajo y satisfecho de sí mismo Chiki vaticina como "sale muy bien, de puta madre". Esos datos no me proporcionan más que ganas de sacar la chorra y mearlo desde arriba. No lo hago, porque sacarse el paquete germinal cuando llevas un arnés es de las cosas más difíciles que conozco, y si no fuera porque no tiene ningún sentido, presionaría para que la frase: " más difícil que sacarse la chorra para mear con un arnés de escalada puesto" tuviera algún predicamento. Lo haría, incluso si supiera realmente que es el predicamento.
Sigo distrayéndome. Así no llegaré jamás hasta la reunión.
Y estamos ahí, miro el techo y busco las marcas de magnesio; las huellas de otras glorias; en fin, que estoy petado, no me quedan brazos, dedos, ni ganas y el exaltado desde abajo sigue animándome. Así que lo intento. Logro sortear la primera parte del techo; se abre aún más y cuando voy a vomitar de odio encuentro la repisa esa que me decías, querido Chiki. Con los restos putrefactos de mis brazos, me jalo como a un chiquillo de 70 kilos hacia arriba y meto una rodilla para rogar un poco, y otra para trepar otro tanto hasta un sitio donde recuperar el resuello y autocomplacerme. Buen nombre para esa vía. Algo, no recuerdo exactamente qué de la autocomplacencia. Porque al llegar al final tienes esa repisa para sentarte a ver la puesta de sol; o fumarte un petilla. Una gruesa llovizna de sudor salado cala en mis cejas e inunda con ardor mis ojos. Mi gloria se empaña pero igual puedo verla. Me duelen los dedos, llevo enmiendas y raspaduras otra vez.
Comenzó la temporada de paredes y miedo a caer. ¿alguien apuesta por la cabra?

al final de la roca

Hoy estaba subiendo esta pared de patones; un quinto muy pretencioso, con ganas de seis (ya por su dificultad, ya por mi edad) y en medio de la movida se me cayeron las gafas de la cara. Las cogí en el aire sin caer, y con esa maniobra creo que la vía me quedó un 6a+...
Vale, en la foto saludo feliz, pero acabé con menos brazos que clemente...
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chiki on top

A pesar de su 40 años, chiki sigue dando cuerda a la idem en las paredes de Patones y donde se tercie. Yo, más prudente en la destreza pero animoso en lo ascensor, también me tiré a la piedra; pegué mi sexo a ella, metío los dedos en sus huecos, y también subí.
Grande nosotros y los otros! Cada metro recorrido, cada metro desandado.
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